Muchos han argumentado que en estos tiempos existe cierta ‘economía de sonrisas’ en muchos escenarios, incluyendo los lugares de trabajo. Los seres humanos buscamos sonrisas en todos lados, desde las caras de los niños hasta los sistemas computadorizados y mensajería instantánea donde se hizo necesaria la inclusión de las famosas ‘caritas felices’ y otras que demuestren algún estado de ánimo. En muchos foros se han hecho públicos los beneficios de salud que traen las sonrisas a las personas que las dan y a los que las reciben de manera regular. Incluso, estudios recientes han encontrado que practicar la gratitud y la generosidad, unido al intercambio de sonrisas ayudan a fomentar una mejor calidad de vida en las personas (Conniff, 2007).

En el contexto organizacional, existe una reevaluación de la utilidad de las sonrisas en algunos escenarios pues sabemos cuan dañinas pueden ser las sonrisas cargadas de cinismo, hipocresía e incluso burla. De hecho,, especialistas como la psicóloga Barbara Held establecen que el sonreir no puede ser un acto obligatorio, sino que debe haber un espacio para aquellos que manejan las situaciones de vida de manera distinta. Nuestra sonrisa debe ser una extensión de quien realmente somos y puede ser una expresión de cordialidad que tenga un impacto positivo en las vidas de los que las reciben, es por eso que deben nacer de nuestra sinceridad.

 

‘Una sonrisa no cuesta nada pero puede valer mucho’

 

 

!Gracias y Exito!