Una de las prácticas más comunes de la sociedad puertorriqueña al comenzar el nuevo año incluye las famosas resoluciones que adoptamos para incluir en nuestras vidas. Algunos desean comenzar a envolverse en actividades nuevas que le sirvan de beneficio y otros optan por dejar de hacer cosas que pudieran afectarlos de alguna manera o que han entendido que no le convienen. Sin importar el tipo de resolución que se escoja, la realidad es que todas implican algún tipo de cambio a nivel individual. Las definiciones tradicionales del cambio incluyen el aspecto de modificación, transformación de un estado a otro y el reemplazo de algo por otra cosa. Cuando adoptamos una resolución de nuevo año de alguna manera reconocemos que hay aspectos de nuestra vida que debemos modificar, transformar o en algunos casos reemplazar y nos comprometemos entonces a atenderlos al comenzar el año. En una era donde el cambio se ha convertido en una palabra poderosa (tanto Barack Obama en los Estados Unidos como Luis Fortuño en Puerto Rico fundamentaron sus campañas en esta palabra y obtuvieron resultados positivos) que sugiere vanguardia y progreso, resulta bastante sencillo el hablar de cambio. Lamentablemente, es mucho más fácil hablar de cambio que adaptarse al mismo y precisamente esta es una de las dificultades más grandes a las cuales nos enfrentamos en nuestras vidas y en nuestro trabajo. Partiendo de una perspectiva Darwinista, el organismo que mejor se adapta al cambio es el que garantiza su sobrevivencia, por lo que para poder permanecer en un mundo cambiante necesitamos adaptarnos al cambio y ser receptivos al mismo. Personalmente soy de los que apoyan el cambio tipo ‘kaizen’ que viene del japonés como palabra compuesta por ‘kai’ (cambio) y ‘zen’ (para mejorar), pues la experiencia nos dicta que no necesariamente todos los cambios que se realizan tienen resultados positivos. Al tomar la decisión de modificar algún aspecto de nuestra vida es necesario entonces hacer una evaluación de si el cambio es en realidad para mejorar y cual aspecto de nuestra vida mejora. Tal vez de esta manera podemos ser más objetivos al tomar decisiones y encaminarnos en una buena dirección hacia nuestro desarrollo individual. Además, siempre recomiendo el no perder de perspectiva el ‘wabi sabi’ que es otra filosofía japonesa que se basa en la belleza de las imperfecciones. Al encontrar el ‘wabi sabi’ de la vida aprendemos a aceptar al mundo con todas sus virtudes y múltiples defectos que lo hacen bello de alguna manera.
El año pasado estuvo lleno de incertidumbre y para algunos resultó ser preocupante, fatal y desastroso en muchos aspectos. Me parece que a todos nos convienen resoluciones de año nuevo que busquen cambios ‘kaizen’ que nos ayuden a mejorar algún aspecto de nuestras vidas y que fomenten nuestro desarrollo personal. En nuestros escenarios laborales debemos también ser propulsores de este tipo de cambio que busque mejorar el ambiente de trabajo, los procesos que utilizamos y la organización como un todo. Lo importante es tomar las resoluciones que adoptemos de manera individual para comenzar el año, evaluar el beneficio que traen a nuestra vida y luego internalizarlas para ponerlas en práctica. De la misma manera, al convertirnos en agentes de cambio a nivel organizacional debemos exponer el beneficio de incluir los cambios propuestos y en la manera en que resulte posible, comprometernos con su implementación y seguimiento. Son mis mayores deseos el que este año sea uno de cambios para mejorar en las vidas de todos y cada uno de ustedes. Y si en algún momento las circunstancias de la vida les presentan situaciones difíciles que los hacen sentir derrotados, busquen el ‘wabi sabi’ de sus vidas y traten de apreciar la belleza de todas esas imperfecciones que componen nuestra maravillosa existencia como seres humanos. ¡Gracias y Éxito! |