A petición de algunos de mis amigos y estudiantes, he decidido abordar el tema del chisme en las organizaciones y su impacto. Comienzo por separar el chisme del simple rumor, porque estos últimos se refieren a ‘historias o comentarios que se hacen sin confirmación o certeza de su veracidad’ (Vajda, 2008) mientras que el chisme se conoce como la “murmuración, cuento sobre alguna noticia verdadera o falsa para dañar a alguien” (Wordreference, 2009). Podemos argumentar entonces que tanto los rumores como los chismes parten de información que no ha sido corroborada, pero el chisme tiene la intención de perjudicar a otros. Nuestra cultura puertorriqueña vive una especie de ‘romance’ con el chisme y definitivamente los lugares de trabajo no son una excepción. La importancia que tienen los chismes en las organizaciones radica en el potencial de daño que tienen y la manera en que alteran la dinámica laboral. El chisme dentro de la organización es en esencia una forma de atacar a otros cuando no están presentes, que nace de los temores concientes o inconcientes de la persona que incurre en su práctica. Algunos practican el chisme con el objetivo de integrarse a sus grupos de trabajo y otros entienden que la información que comparten con los demás les otorga cierto poder dentro de la organización (Chapman, 2009). Existen individuos que no se sienten cómodos hablando de sí mismos, con temor a expresar sus sentimientos y presentar vulnerabilidad. Muchos de ellos utilizan entonces el chisme como mecanismo de defensa para no tener que hablar de sí mismos y reflejar sus propias inseguridades en los demás. El chisme dentro de los centros de trabajo puede estar matizado por los celos profesionales hacia otros, relaciones interpersonales de carácter pobre y la incertidumbre sobre el futuro de la organización y sus procesos (Chapman, 2009). Muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de escuchar comentarios sobre alguien que no conocemos, realizados por sus compañeros de trabajo o subordinados, que nos llevan a formar una imagen (muchas veces errónea) de esa persona. Estos chismes destruyen reputaciones, vidas y ambientes de trabajo convirtiéndose en una ‘enfermedad contagiosa’ dentro de la organización. Comúnmente empiezan como un comentario inofensivo sobre la actitud o comportamiento de un empleado, que progresivamente va cobrando fuerza al ser compartido por los miembros de la fuerza laboral. Se ha establecido además que mientras más factibles o cercanos a la realidad son los chismes dentro de la organización, más difíciles de contrarrestar y desmentir se convierten. Un estudio que pretendía evaluar las cosas que más les disgusta a los empleados de su trabajo en los Estados Unidos, reflejó que los chismes ocupan el primer lugar con un 60% de los participantes identificándolos como el aspecto más negativo de sus trabajos (Randstadt, 2008). Este mismo estudio encontró que solo un 8% de los empleados disgustados con el chisme en sus organizaciones, adoptaron medidas para combatirlo. Estos datos evidenciaron además que los chismes en las empresas no son un fenómeno aislado y que se presentan a través de toda la jerarquía organizacional. Es difícil pretender que podemos eliminar los chismes dentro de la organización por completo, porque siempre van a surgir como parte del proceso de comunicación, pero sí podemos estimular ambientes de trabajo donde los chismes no se conviertan en una práctica constante. Entre las recomendaciones que se ofrecen para manejar el chisme en las organizaciones se encuentran las siguientes (Difonzo & Borida, 2008): Ofrecer información confiable a los empleados – Para eliminar la especulación y reducir el margen para el desarrollo de comentarios nocivos al ambiente de trabajo sobre las situaciones que enfrenta la empresa, se recomienda el mantener a los empleados informados sobre los procesos y cambios pertinentes. Establecer políticas – Al demostrar poca tolerancia a los ataques maliciosos entre los empleados por medio de los chismes, la organización puede promover la dignidad y el respeto que se espera de ellos. Incluir mecanismos de ayuda – Las organizaciones pueden desarrollar ambientes de apoyo a sus empleados y ofrecer ayuda mediante la consejería a los empleados víctimas de chismes mal infundados, así como a los empleados que los propagan. Educar- La organización debe mantener una actitud realista hacia la posibilidad de que los chismes existan en sus lugares de trabajo. Es recomendable ofrecer educación a todos los sectores de la organización sobre lo que puede interpretarse como un chisme con potencial de daño a los empleados o a la empresa (incluyendo los correos electrónicos). El chisme siempre tendrá un elemento atractivo para todos los que desean mantenerse informados de lo que ocurre en la organización y entre los empleados, que lo hacen sumamente difícil de manejar desde una perspectiva administrativa. La responsabilidad final siempre recae en los individuos, la manera en que manejan la información que conocen sobre otros, la integridad que demuestran en sus intercambios con los demás y la objetividad con la cual se comportan en el lugar de trabajo. “Los hombres sabios hablan porque tienen algo que decir; los necios hablan porque tienen que decir algo” Platón ! Gracias y Exito! |