Página 1 de 2 Uno de los temas que más agobian las organizaciones contemporáneas reside en la creación de equipos de trabajo. Existen múltiples iniciativas que buscan transformar los grupos de trabajo en equipos colaborativos, autosuficientes, dinámicos y exitosos. La creación de estos equipos en la organización y las expectativas que se establecen alrededor de su desempeño, representan una de las tareas más complejas a las cuales se enfrentan los gerentes modernos. En términos organizacionales, es sumamente difícil que un individuo cumpla todos los objetivos de una organización trabajando solo, para eso se necesitan los equipos (Bateman & Snell, 2009). Si bien es cierto que muchas disciplinas enfatizan la importancia de los equipos de trabajo y la influencia de los múltiples elementos afectan su dinámica, muy pocas veces se mencionan las razones que complican la composición y el funcionamiento de los mismos. Me gustaría comentar sobre los factores individuales que influyen en la inefectividad del trabajo en equipo y la manera en que los gerentes y las organizaciones pueden manejarlos efectivamente. ¿No se supone que todos tengamos destrezas adecuadas de trabajo en equipo? ¿Por qué es tan difícil hacerlo? Uno de los elementos que debemos discutir en este punto radica en las filosofías culturales encontradas. Por un lado nuestra cultura fomenta la individualidad, el valor del esfuerzo solitario, la acumulación de la riqueza personal y la importancia de la competencia, mientras que por otro busca fomentar el ambiente colectivo y la unión de fuerzas para lograr ciertos objetivos. Estoy seguro que no soy la única persona que ha escuchado a algún padre aconsejarle a su hijo/a que participe de algún equipo deportivo con el objetivo primordial de que sobresalga dentro del mismo (“tírala tú”, “no le des oportunidad a ese otro que no es bueno/a”, “olvídate del equipo y juega para ti”), porque eso es lo que se valora. Muchas veces la importancia que prestamos al desempeño individual se antepone a las metas del equipo y aunque la unidad fracase, el estar satisfecho con una buena actuación representa un logro individual (“no es mi culpa si pierden”). Definitivamente, el enfatizar la individualidad y estimular el esfuerzo personal no es algo malo, pero debe ser igualmente importante el fomentar el compañerismo, la participación y proveer la oportunidad para que otros miembros del equipo desarrollen sus capacidades también. Claro que todos los equipos que tienen miembros ‘estrellas’ aumentan sus probabilidades de éxito, pero para que estos individuos excepcionales puedan lucir bien, los demás miembros deben aceptar sus funciones y desempeñarse en roles de apoyo, como colaboradores y facilitadores.
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